lunes, 9 de enero de 2012

Resumen de diciembre y Navidad 2011



Empieza un nuevo año, de la misma forma en que mueren y nacen todos los demás: envueltos en la vorágine de las prisas, la resaca de los preparativos y la fe en el casi imposible cumplimiento de unos propósitos siempre diferidos. Pero la vida es así y de nada valen enmiendas y lamentos.


Personalmente, estas navidades se inauguraron y clausuraron con dos reuniones familiares. El 6 de diciembre acompañamos a las "Pilares" a una visita el Cerro de los Ángeles. Fue una jornada cargada de emoción y de recuerdos, ya que el 12 de octubre de 1939 mi abuela decidió acercarse con sus hijos al santuario en modo peregrinación o romería. Desde entonces, creo que mi tía no había vuelto por allí y la superposición de las imágenes de un cerro destruído, escenario de unos combates muy sonados, y lo que es ahora, debió impresionarle. Y el domingo, 8 de enero, nos juntamos todos los hermanos (y casi todos los sobrinos), para celebrar el cumpleaños de mi hermana Guada en un restaurante de la Casa de Campo.

En lo tocante a la política, solo quiero dejar constancia de la victoria pírrica del PP, con la confirmación de las sospechas que muchos albergábamos al respecto; la votación en el colegio de Alejandro para imponer la jornada escolar contínua durante todo el curso; y la pequeña victoria que supuso, para la sociedad civil, la organización de la cabalgata de reyes por los vecinos del barrio. Se me puede tachar de exagerado, pero el hecho de que un Ayuntamiento tan despilfarrador como el nuestro se negara a gastarse un duro en las cabalgatas de los distritos (no así en la del centro) y que en uno o dos días se movilizara la gente y pusiera en la calle un desfile modesto pero lucido, hace que recupere la confianza en la sociedad civil, en la capacidad de la gente a la hora de organizarse para alcanzar unos objetivos al margen (o al lado) de los poderes públicos...

Para el común de los mortales, las fiestas navideñas, en el mejor de los casos, se limitan a eso: al 25 de diciembre, 1 y 6 de enero. Los más afortunados, entre los que me incluyo, (¡ojala por mucho tiempo!) logramos arrimar a cada festivo, uno o dos días, de manera que conseguimos reunir tres o cuatro jornadas, con lo que, sumado al puente de la Constitución y la Inmaculada, el mes que cierra el año queda bastante mermado y se desliza, como a trompicones, hacia la pendiente de algo más o menos parecido a unas vacaciones que, en realidad, no son tales, si no una mera alteración de los biorritmos, ya que no es posible verificar una completa desconexión con la rutina diaria.
Este 2011, tan presentes las ausencias familiares, decidimos alterar las costumbres de los últimos años y, como dice Carmen, incomunicarnos en el Pantano, tan lejos del bullicio como de una limpia cobertura telefónica, al menos los dos días fuertes (sobre todo, el más sensible para ella: Nochevieja) y algunos adyacentes. Así que, preparamos el hatillo y nos apretamos unos dos mil kilómetros.
Cumplimos nuestros ritos básicos (todas las familias los tienen, digo yo) que son: la Misa del Gallo a las seis o siete de la tarde del día 24, la posterior visita de Papá Noel en carne mortal y una gira por Elvas, que siempre provoca el asombro de nuestros amigos de Badajoz. Este año, mi obsesión (Carmen dixit) por los restos de la Guerra Civil ha reivindicado su espacio, centrando dos o tres excursiones.
Uno de tantos oratorios de Elvas. Este, muy
cerca del restaurante Lagar
La Misa, impartida desde siempre por Fermín en la ermita que corona una colina sobre el embalse, y a la que asistió una treintena de personas, concluyó con los versos alusivos a la Navidad de algún poeta local que, como todos los años, interpretó el hoy alcalde de Castuera, Paolo Atalaya. Poco después, ante la estupefacción y asombro mal contenidos de los niños, hizo acto de presencia el mismísimo Papá Noel en persona, entregándoles algún regalo.

Mi gente frente a la antigua Se de Elvas, bajo el árbol de Natal

Más azulejos...
El 25 volvimos a Madrid y, tras un interruptus de cuatro días, regresamos al Zújar con la intención de pasar el fin de año. El 30 fuimos a comer Elvas y a dar un paseo por sus calles, con sus templetes y oratorios barrocos, cargados de angelotes y azulejos blanquiazules, su arquitectura ilustrada, racional, de fachadas encaladas que guardan una perfecta simetría y ventanas doblemente acristaladas, como de zona costera, tan distinta y alejada de la española. Ciudad fortificada, siempre temiendo una agresión militar por nuestra parte, de donde nunca podía venir ni bom vento ni bom casamento, posee un encanto especial y ese aire moderno, cosmopolita, de ciudad comercial, abierta a todos, con sus calles engalanadas y los villancicos de música de fondo por las vías que ascienden a la plaza principal, presidida por la antigua Sé, en cuya escalinata ponen un Nacimiento de tamaño natural. Solo he visto algo parecido a ese esplendoroso siglo XVIII, tan pombalino y espectacular, además, claro está, del Algarve, Lisboa y alrededores, en Gibraltar. A menudo comentamos, con cierta sorna, que un criterio que distingue a las personas en nuestra escala de valores es su opinión sobre Portugal, en general, y Lisboa, en particular: están aquellos a los que les parece desconchado y sucio, y aquellos otros que no se cansan de visitarlo. Indudablemente, nos alineamos en el segundo grupo, (lamentando que unas políticas erradas hayan llevado al abismo a unas gentes tan industriosas y exquisitamente educadas), y desconfiamos de las apreciaciones de los primeros..
El búnker del Zújar, en una imagen tomada en octubre



El mismo búnker, hace unos días, visto desde el puente
republicano. Realmente, debía imponer lo suyo
Por la tarde, siguiendo la raya de Portugal, entramos en España por Olivenza, con la idea de acercarnos a Alqueva, el mayor embalse de Europa, a caballo entre los dos países. Pero desistimos, pues íbamos a llegar de noche. ¡Otra vez será!


Los días siguientes (31, 1 y 2), aprovechando las escasas horas de luz, pudimos visitar algunos restos frente de la GC en La Serena que nuestros amigos Antonio y Rosa no conocían, nos perdimos buscando los del río Guadalefra y Juan Antonio nos enseñó, el día 2, poco antes de volver a Madrid, una línea de trincheras que dominaban el río, muy cerca de casa.
El río Guadalefra, cerca de la ermita de Piedra Escrita.
Los restos que no conseguimos localizar se encuentran
siguiendo su curso, a un par de kilómetros

Aguijoneado por la arqueología, Juan Antonio (más interesado en los vestigios antiguos que en los modernos) me comentaba en el coche la cantidad de restos prerromanos, romanos, visigodos e hispanoárabes que salpican el Zújar, señalándome un castillete romano que prospectaba Pelegrí y una necrópolis al otro lado del río.

Puente republicano sobre el Zújar, a pocos metros del búnker nacional

Empezamos así el 2012 con el fin del mundo como telón de fondo y la intención (otra más) de no abandonar este blog.





2 comentarios:

Mercedes dijo...

Me animo a escribir una cosita en tu blog. Tan doméstico y tan cosmopolita a la vez, es increíble como sois capaces de liaros la manata y las emociones a la cabeza y embarcaros en esos viajes tan cargados de historia. ENHORABUENA. Por oto lado quiero reivindicar mi puesto en el 2º grupo de gentes que consideramos Portugal como ese vecino educado, europeo y chic.
Un beso

Nacho Díaz-Delgado dijo...

Muchas gracias por entrar en este blog y dejar algún comentario. Me ha gustado lo de la mezcla de doméstico y cosmopolita. Un beso