viernes, 21 de octubre de 2011

El ¿fin? del terror.

Perdóneme la Redacción  de El País por robarle (modificándole) el titular del día. Porque ¿ciertamente nos hallamos frente al final del terror? Más bien creo que se trata de un cambio de matiz de la eterna tiranía.

La semana realmente ha sido un desastre para la causa de la libertad, se mire por donde se mire. Y solo me refiero a cuatro casos de los muchos que podríamos citar.

En primer lugar, las huelgas en el sistema educativo público. Ya hablé en su día de aquello, por lo que no me quiero repetir.

En segundo lugar, la liberación del soldado israelí Gilad Shalit a cambio de la excarcelación de unos 400 presos de Hamas o de alguna franquicia del mismo jaez. Pecando de extremadamente generoso (y un tanto ingenuo), podría conceder que la inmensa mayoría de los mismos (¿80 %, o sea, 320?) fuesen ciudadanos ejemplares, probos e inocentes. Hablamos entonces de la puesta en libertad de unos 80 terroristas dispuestos a matar y con el fin último de destruir el Estado de Israel.

En tercer lugar, lo que nos han vendido como final de la banda terrorista ETA. Uno espera, qué sé yo, una pública petición de perdón a los familiares de los casi mil asesinados, una masiva entrega de armas y del dinero recaudado por métodos mafiosos o concedido de forma incomprensible por el Estado, una puesta en manos de la justicia de todos los terroristas y sus cabecillas..., en fin: una rendición como Dios manda, es decir: incondicional. Una rendición con condiciones es una contradicción in terminis y el augurio de la reanudación del conflicto a corto plazo.

Y, en último lugar, el asesinato de Muamar el Gadafi a manos de los rebeldes libios. Lejos de ser una buena noticia, refleja hasta qué punto el mundo está claudicando de los principios más elementales y le cuesta horrores aprender de los propios errores. Cierto que Gadafi era un tirano loco y extravagante, pero.. ¿y los rebeldes libios? ¿quién nos asegura que las cosas van a cambiar cuando se hagan definitivamente con las riendas del poder? Mantener en vida al tirano mientras los gobernantes in pectore se adentran en la espesura del disparate nazionalislámico plantearía cuestiones bastante incómodas a todos aquellos que, desde un Occidente aletargado y medio lelo, aplauden y sonríen a los jóvenes 2.0 protagonistas de esta primavera de los pueblos musulmana. ¿Es que ya no nos acordamos del fusilamiento estúpido del Zar y su familia cuando Rusia salía del marasmo y empezaba a practicar ciertas formas democráticas y parlamentarias? El éxito obtenido con el asesinato de Gadafi... ¿no provocará un serie de tiranicidios en cadena?

Se acaba la semana y parece que el otoño quiere empezar. El domingo 23 haremos una visita por la línea del frente que se estableció en mi barrio durante la guerra civil. Ya os contaré


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