miércoles, 29 de junio de 2011

Todos contra Israel. El eterno retorno

Manuel Molares do Val colgó hace unos días en su blog Crónicas Bárbaras un post desenmascarando las intenciones de los organizadores de la última "flotilla de la libertad" que pretende desembarcar en Gaza para liberar de la opresión israelí a los pobres palestinos. Los comentarios que suscitaron sus palabras iban, como es natural, desde el apoyo al autor por sus críticas a la performance progresista de las flotillas, a la indignación por manifestar que Israel está en su derecho de defenderse de los terroristas que amenazan con eliminarlos de la faz de la tierra. Incluso alguno llegó a sugerir que Molares estaba a sueldo de Tel-Aviv...


Casi al mismo tiempo, David Mandel publicó un artículo donde sintetiza en pocos párrafos los motivos que explican el odio de la izquierda hacia Israel. Los reproduzco íntegros a continuación:

"• La izquierda sólo siente simpatía a los judíos cuando son víctimas. Judíos con armas, tanques y aviones de combate son harina de otro costal.
• La izquierda es universalista y anti-nacionalista. Los judíos de Israel son un ejemplo de un pueblo que se considera a si mismo nación.
• La izquierda cree firmemente en el relativismo cultural. Para los izquierdistas no existe la superioridad de una cultura sobre otra. Si, por ejemplo, la cultura islámica permite apedrear a muerte a mujeres acusadas de adulterio, hay que  respetar esa expresión cultural, y no imponer la tolerancia del occidente. El hecho que Israel, un país de cultura occidental, se ha convertido en un país próspero y adelantado mientras que sus vecinos árabes continúan en el atraso y la pobreza, les molesta porque es prueba de que no todas las culturas son iguales y que la teoría del relativismo cultural está equivocada.
• La izquierda cree en el relativismo moral. Una persona objetiva, si compara a Israel―su democracia, su prensa libre, su sistema de justicia, su absorción de inmigrantes sin distinción de origen ni color de la piel, su tolerancia y aceptación de homosexuales, la igualdad de los sexos―con los países vecinos, dictatoriales, intolerantes y corruptos, diría que Israel sale mejor parado en la comparación. Pero, los izquierdistas demandan perfección y utilizan distintos standards para juzgar a Israel y a los árabes. A Israel le exigen todo y le critican todo, a los árabes no les exigen nada y no les critican nada.
• La izquierda es anti-capitalista y anti-globalización, y, por lo tanto odia al Israel de hoy, país capitalista, de alta tecnología.
• La izquierda es elitista y totalitaria, y sus ideólogos consideran que son capaces de manejar la sociedad con más inteligencia que la gente ordinaria, hacia la cual sienten menosprecio. La izquierda, especialmente la ultra-izquierda, es básicamente anti-democrática. Israel, con todas sus imperfecciones, es la única democracia en el Medio Oriente.
• El hecho de que Israel se considera un estado judío es prueba de su "racismo", como no lo es el hecho de que los países árabes se consideran  a si mismos países árabes e islámicos.
• La izquierda, por ignorancia o tergiversación deliberada de la historia, acusa a  Israel de ser un estado colonialista. Considera que Israel es una punta de lanza del occidente en el mundo árabe, ignorando que millones de israelíes descienden de judíos que, durante milenios, vivieron continuamente en territorios que, posteriormente, fueron conquistados por los árabes, hasta que se vieron obligados a huir o fueron expulsados en 1948 y los años siguientes.
• Algunas iglesias cristianas, de simpatías hacia la izquierda, tratan de evadir responsabilidad por el Holocausto, (no intervinieron ni protestaron cuando los nazis exterminaban a los judíos), y limpian su conciencia acusando a Israel, el país judío, de terribles crímenes, similares a los de los nazis: genocidio, ocupación brutal y violación de derechos humanos.
• Las mismas iglesias consideran que atacar a Israel es la mejor forma de defender a la minoría cristiana que vive en los países árabes, frecuentemente discriminada y perseguida.
• La izquierda es anti-religión y desprecia a los que se basan en la Biblia, la religión y la historia para justificar el apego de los judíos a la tierra de Israel.
• Es más fácil y menos peligroso criticar a Israel que a los islámicos, como lo demuestran muchos casos, tales como los disturbios causados por las caricaturas de Mahoma y el asesinato del holandés Theo Van Gogh en las calles de Ámsterdam.
• La izquierda se considera a si misma moralmente superior, y automáticamente apoya, simpatiza y justifica el lado que considera "débil", "pobre" y "oprimido", que, en este caso, son los palestinos.
* Para la izquierda el lado "débil" siempre es el "bueno" y no se le puede ni se debe criticar sus acciones. Disparar a poblaciones civiles, a vehículos escolares, esconderse tras escudos humanos, adentro de mezquitas u hospitales, todo esto se explica, se entiende y se justifica, porque "es la única forma de que el débil se defienda frente al fuerte"."

Resulta irónico que un país que puso en práctica la experiencia, colectivista donde las haya, de los kibbutz; que ha sido la bicha  para la derecha (España inició sus relaciones diplomáticas con el estado de Israel durante la administración socialista de Felipe González), se convierta ahora en la hidra de las siete cabezas para el buenismo socialdemócrata (y no solo socialdemócrata, ojo)

Irónico, y preocupante, porque ya no se trata del rechazo a una manera de hacer las cosas, si no  del repudio a todo un pueblo. Cuando uno de estos críticos afirma que no es anti-semita, sino anti-sionista, me recuerda a los que aseguraban que creían en Dios, pero no en los curas (o en la Iglesia). Al igual que estos últimos no hacían más que demostrar, con su afirmación, que no tenían fe ni en los unos (o Una) ni en el Otro, así los primeros expresan claramente su odio a los judíos en general al admitir únicamente a aquellos que no defiendan su religión, su cultura, sus señas de identidad y su nación: es decir, a ninguno.

Y luego está la defensa a ultranza de las bondadosas intenciones para con Israel de los pueblos vecinos, de quienes jamás se sospecha maldad alguna, ya que las agresiones siempre parten de los judíos que, como todo el mundo sabe, no quieren más que dominar el mundo, o sea, la conspiración judeo-masónica internacional de siempre. El eterno retorno de lo idéntico.

Parece que no pasa el tiempo por algunos


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